miércoles, 12 de noviembre de 2008

Si bien logramos recopilar bastante información y horas de observación referidas al espécimen humano, no fue así en el caso del papión, en especial en horas de observación. Aun así, hemos logrado extrapolar los datos obtenidos dentro del zoológico y los complementamos con los datos obtenidos de las diferentes fuentes mencionadas mas adelante.

Debemos explicitar que si bien el ambiente del zoológico no es ideal en cuanto al comportamiento natural del papión, debido al cautiverio, para efectos prácticos respecto a la medición de factores de convivencia, el ambiente sirve.

La primera gran similitud entre el papión y el hombre es su carácter comunitario y social. Ambos prefieren vivir en comunidades activas y numerosas que en solitario, usando este patrón de comportamiento como mecanismo de defensa y como factor de proactividad dentro de un grupo. Un grupo permite distribuir los trabajos con mas eficiencia, por ejemplo, en el caso del papión cuando se desplazan, delante, a los lados y en la retaguardia, van los machos jóvenes y los adultos de rango inferior, junto con las hembras que no están criando. Los dominantes van al centro protegiendo las crías. Gracias a esta conducta, los papiones aumentan su posibilidad de avanzar sin ser atacados, o al menos de proteger al elemento perpetuador de las especies: las hembras y las crías. Esta misma conducta de comunitarismo presentó, en teoría, el humano primitivo. Debido al carácter bípedo de este, se teoriza que uso su ventaja para desarrollar conductas de vigilancia, tipo patrulla, que le permitía saber con antelación cuando un depredador estaba al acecho.

Asimismo, el estar en comunidad estratifica las relaciones e interacciones entre los miembros del grupo. Se establecen roles a cumplir en el caso de los papiones y los humanos, que dependerán de la edad y el sexo del ejemplar. Para las hembras, su tarea es procrear y dar el cuidado necesario a la cría la mayoría del tiempo. Para los machos, su rol es comandar al grupo (si es que resulta ser el dominante) y defender a las hembras y crías de los posibles depredadores, además de competir por el liderazgo de la comunidad (en el caso que no fuera el dominante) y lograr reproducirse con el resto de las hembras. En el caso de los humanos, el macho se vuelve el recolector-cazador que abastece a la familia, o a la comunidad en compañía de otros machos. La hembra también tiene un rol de crianza y procreación. En la comunidad humana pocas veces se observa una jerarquía tipo macho alfa, aunque si es común que se elijan lideres en base a las características que el grupo necesite: fuerza física, estrategia de caza, ingenio a la hora del desplazamiento, etc.

Es destacable también el uso muchas veces brutal, para el humano "racional", de la violencia como método de defensa. Y es que no muchos primates son capaces de espantar o luchar en igualdad de condiciones contra sus mismísimos depredadores. Sin duda esta capacidad se debe al desarrollo evolutivo del papión, que le ha brindado poderosos colmillos y un pelaje sobresaliente, similar a una melena, que le hace parecer mas grande y atemorizante (véase Mimetismo Batesiano y Cripsis). Son estas ventajas frente a su medio lo que le han permitido al papión permanecer de manera "cómoda" en sus habitats sin tener que verse constantemente asediados por el ataque de un depredador. Y es este comportamiento el que mas se asemeja al humano, puesto que es el único mamífero que ha dejado de tener depredadores naturales, al ser capaz este de transformar y adaptar su medio a las condiciones mas ideales. Desde una simple herramienta tallada en sílex hasta el mas avanzado habitáculo lunar, el hombre como ninguna otra especie ha desarrollado su capacidad de sobrevivir, al llegar a extremos de dominación y transformación del ambiente, sin hablar de violencia con la que este realiza estos actos.

Sin embargo, el tópico que mas nos atañe es la conducta que tienen el papión y el humano al momento de cortejar a su pareja. Específicamente, hablaremos de los machos. En el caso del papión, es solo el macho dominante del grupo quien tiene el derecho de aparearse con las hembras del grupo. No obstante, son las hembras quienes le "avisan" que están en periodo de celo, y por tanto aptas para la reproducción, mediante un curioso evento: se les hinchan las caderas y las callosidades isquiáticas se abultan y terminan por arrastrarse en el suelo. Es esta característica tan notoria la que le permite al macho saber cuando hay una hembra lista para copular.

Otro factor que destaca en el mundo de los papiones es la competencia que se genera entre los machos mas jóvenes para suceder al macho dominante. Son muchas veces estos, luego de haber peleado entre sí, quienes realizan un "golpe de estado" al mandato del dominante y mediante otra batalla, le destituyen y le reemplazan.

Si bien en el ser humano no existen batallas brutales por el derecho a copular con una hembra, ni inflación de las callosidades isquiáticas por parte de las hembras, si podemos establecer algunas "reminiscencias evolutivas", como por ejemplo:

-La tendencia de los machos humanos por disputar (no siempre a golpes) el derecho a cortejo de una hembra. Sin buscar mas allá, en nuestras propias observaciones concluimos esta conducta, al ver como nuestro sujeto se retiraba cabizbajo por un tiempo al perder la oportunidad de "cortejar" a una compañera.

-Aunque parezca sorprendente, también notamos (indirectamente desde nuestras observaciones) que las hembras humanas también tienen una conducta similar a la de la hembra papión. En los días en que regularmente alcanzan el máximo nivel de fertilidad (inferido desde el periodo regular de 28 días), las hembras tienden a usar ropa mas ajustada en el sector de la cadera, decantándose por la opción de usar mas pantalón que falda (tomando en cuenta que nuestro grupo de observación no pasaba los 18 años, edad totalmente escolar).

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